Cada 15 de mayo, Colombia se detiene por un instante para rendir homenaje a una de las vocaciones más esenciales y transformadoras de la sociedad: la de ser maestro. Más allá del aula, de los libros, el maestro es aquel que siembra, cultiva y acompaña la formación de lo humano en cada estudiante. Su tarea es silenciosa y constante, pero su impacto es duradero y profundo. En un país que enfrenta múltiples desafíos educativos y sociales, el papel del maestro se vuelve aún más decisivo: no solo enseña contenidos, sino que forma conciencia, construye esperanza y abre caminos.
Desde esta perspectiva, El arte de enseñar, de nuestra editorial Paulinas, se presenta como un valioso recurso que no solo ofrece herramientas pedagógicas, sino que también reivindica el rol del educador como guía y acompañante del proceso de aprendizaje, especialmente en aquellos niños que enfrentan dificultades. Su contenido reflexiona sobre el sentido de enseñar, la urgencia de una educación personalizada y humana, y la necesidad de maestros comprometidos con el desarrollo integral de sus estudiantes.
1. Enseñar: mucho más que transmitir contenidos
Tradicionalmente, enseñar se ha entendido como la acción de comunicar conocimientos, preparar para exámenes o formar para el mundo laboral. Sin embargo, enseñar es una tarea profundamente humana, que exige sensibilidad, creatividad y compromiso. Un buen maestro no solo instruye, sino que inspira; no solo forma mentes, sino que toca corazones.
El título de nuestra obra, El arte de enseñar, no es casual. Enseñar es un arte porque no sigue una única fórmula, sino que implica intuición, dedicación y amor. El maestro, como el artista, necesita conocer bien su “material” (el estudiante), tener claridad en su visión (el proceso de aprendizaje) y mucha paciencia para modelar con delicadeza y respeto. Esta visión humanista de la educación reconoce que cada estudiante es único, y que detrás de cada dificultad escolar hay una historia personal que merece atención y cuidado.

2. Dificultades de aprendizaje: una realidad que interpela
Uno de los aportes más significativos de esta obra es su enfoque sobre las dificultades de aprendizaje. Muchos padres y maestros se enfrentan a la frustración de ver cómo algunos niños, a pesar del esfuerzo, no alcanzan el mismo ritmo o nivel que sus compañeros. Frecuentemente, esto se interpreta como pereza, falta de disciplina o escasa inteligencia. Pero, como bien lo explica el texto, en muchos casos se trata de dificultades específicas que requieren ser comprendidas y abordadas de manera adecuada.
La obra plantea una pregunta inquietante: ¿Sabía usted que el fracaso escolar de su hijo podría deberse a una dificultad de aprendizaje? Esta interpelación busca abrir los ojos a padres y maestros para que no culpabilicen al niño, sino que lo observen con mayor empatía y se pregunten qué puede estar obstaculizando su progreso. Entender los conceptos básicos de estas dificultades como la dislexia, la discalculia, o los trastornos de atención es el primer paso para generar ambientes de aprendizaje más justos, equitativos y eficaces.
3. Educar desde el acompañamiento: el rol del maestro como guía
La cartilla no solo identifica el problema, sino que propone caminos. Y uno de ellos es el acompañamiento cercano y estratégico del maestro. Enseñar no es imponer, es acompañar. Los niños con dificultades necesitan más que un maestro: necesitan un guía que camine a su lado, que los anime en los momentos de desánimo, que celebre cada pequeño logro, y que esté dispuesto a adaptar sus métodos para que el aprendizaje sea verdaderamente significativo.
Aquí entra en juego la transparencia de vida del educador. Un maestro auténtico enseña más con su ejemplo que con sus palabras. Su paciencia, su forma de corregir, su trato justo, su alegría al enseñar… todo ello deja una huella indeleble. Como decía el Beato Santiago Alberione, fundador de las hermanas Paulinas: “El maestro no enseña solo con palabras, sino con su vida.” En este sentido, el arte de enseñar no se limita a la técnica, sino que incluye el testimonio.
4. Estrategias pedagógicas con rostro humano
Una de las riquezas del arte de enseñar es que no se queda en la teoría. Ofrece estrategias concretas para apoyar a los niños con dificultades de aprendizaje. Estas estrategias están pensadas para ser aplicables tanto en el hogar como en el aula, porque reconocen que la educación es una tarea compartida entre familia y escuela.
El enfoque de estas propuestas no es simplemente “mejorar el rendimiento”, sino fortalecer la autoestima, fomentar la autonomía y redescubrir el gozo de aprender. Cuando un niño con dificultades es acompañado con amor, su actitud cambia, su confianza crece y sus capacidades se despliegan. Y cuando un maestro aplica con creatividad estas estrategias, también él se enriquece, porque descubre nuevas formas de enseñar y nuevos caminos para llegar al corazón de sus estudiantes.

Conclusión: maestros que hacen la diferencia
Celebrar el Día del Maestro es agradecer por cada hombre y mujer que ha decidido dedicar su vida al servicio del otro a través de la educación. Pero también es un llamado a renovar la pasión por enseñar, especialmente en tiempos en que los desafíos educativos son mayores.
El arte de enseñar nos recuerda que todo niño puede aprender, si se encuentra con un maestro que crea en él. Por eso, este 15 de mayo no solo celebramos a los maestros que enseñan con libros, sino también a los que enseñan con la vida. A los que no se rinden ante la dificultad. A los que ven en cada niño un misterio sagrado. A los que transforman su aula en un espacio de esperanza.
A todos ellos, ¡gracias! Porque en sus manos no solo está el futuro académico de una generación, sino la posibilidad de construir una sociedad más humana, más justa y más fraterna.