Fuente, camino y aliento para nuestra vida
El mes de septiembre es un mes muy especial para nosotros todos los católicos el “Mes de la Palabra de Dios”. Es un tiempo en el que la Iglesia, como madre sabia y maestra, nos recuerda que la Biblia no es un libro entre tantos, sino el corazón palpitante de nuestra fe, el espejo donde se refleja el rostro de Cristo y la lámpara que ilumina nuestro camino (cf. Sal 119, 105).
En este tiempo, las diócesis, sus respectivas parroquias y comunidades se llenan de un tinte especial: círculos bíblicos, jornadas de Lectio Divina, catequesis especiales para niños y jóvenes, encuentros de oración, diplomados y talleres. Todo con un único objetivo: que la Palabra se haga carne en nosotros. Que, como María, podamos decir cada día: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38).
La Palabra: un Dios que se hace cercano
La Biblia es más que un texto; es un abrazo eterno de Dios a la humanidad. En sus páginas, Dios mismo camina con nosotros, se nos revela como Camino que orienta, Verdad que ilumina y Vida que plenifica (cf. Jn 14, 6). No la leemos para acumular datos, sino para dejarnos transformar. La Escritura es viva, eficaz y más cortante que cualquier espada (cf. Hb 4, 12), porque penetra en lo más profundo del corazón y nos conduce a la conversión.
San Jerónimo, cuya memoria inspira este mes, lo expresó con radicalidad: “Quien desconoce las Escrituras, desconoce a Cristo”. Conocer la Biblia es conocer a Jesús; ignorarla es alejarnos de Él. Por eso, este mes es una oportunidad para abrir de nuevo ese libro que quizá hemos dejado en la repisa, y permitir que sus palabras vuelvan a encender nuestra fe.
Caminar orientados hacia la Palabra
El beato Santiago Alberione nos enseñó que la Biblia debe ser nuestra primera maestra y la fuente de toda evangelización. Tal y como lo vivió el apóstol san Pablo, que afirmaba: “Ay de mí si no evangelizo” (1 Co 9, 16), sentimos el celo de llevar la Buena Noticia a todos los rincones, utilizando todos los medios posibles. Pero para anunciarla, primero debemos dejar que nos habite, que forme en nosotros la mente de Cristo (cf. Flp 2, 5).
Leer la Biblia no es un deber frío, sino un acto de amor: el amor de quien quiere escuchar cada día al amado. Es beber del manantial para no deshidratarnos espiritualmente. Es encender el faro antes de salir a navegar. Es cargar el corazón de Evangelio para poder darlo después al mundo.
¿Cómo vivir en constante diálogo con la Palabra?
Existen infinitas maneras de abrirnos a la acción de la Palabra, pero todas parten de un mismo gesto: escuchar con el corazón. Te proponemos algunas recomendaciones concretas:
- Lectura diaria y pausada, dejando que un versículo resuene durante la jornada.
- Lectio Divina, para orar, profundizar la Escritura y llevarla a la vida.
- Oración con los Salmos, uniéndonos a la misma alabanza que oró Jesús.
- Estudio bíblico comunitario, para comprender mejor el contexto y su mensaje.
- Participar con atención en la liturgia de la Palabra, escuchando como si fuera la primera vez.
La clave es invocar siempre al Espíritu Santo antes de abrir la Biblia. Solo Él puede encender en nosotros la luz necesaria para comprender, acoger y vivir aquello que leemos.
María, modelo de corazón bíblico
En María, la Palabra encontró tierra buena. Ella escuchó, meditó y guardó todo en su corazón (cf. Lc 2, 19). No solo conocía las Escrituras, sino que las vivía. El Verbo se hizo carne en su seno porque primero se había hecho vida en su alma. Eso es lo que el Mes de la Biblia quiere para nosotros: que la Palabra penetre tanto en nuestra vida que transforme nuestros pensamientos, palabras y acciones.
Un tiempo para crecer juntos
En Paulinas queremos acompañarte en este camino de amor a la Palabra. Por eso, ponemos a tu alcance recursos que pueden ayudarte a vivir intensamente este mes:
- Juegos y dinámicas bíblicas para la catequesis y la pastoral juvenil.
- Libros para colorear que acercan la Biblia a los niños de forma creativa.
- Meditaciones y guías de Lectio Divina para la oración personal y comunitaria.
- Misal Popular con la Lectio y liturgia de cada día.
- Textos y reflexiones sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
- Salmos y oraciones para alimentar tu diálogo con Dios.
Que este mes de septiembre no sea solo un mes más, sino un encuentro renovador con Cristo Palabra. Y que, como comunidad de creyentes, podamos vivir lo que san Pablo escribió a los colosenses: “Que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza” (Col 3, 16).
Porque cuando Dios habla, y el corazón escucha, la vida entera se convierte en Evangelio vivo.
Oración
Jesús Verdad: Verbo revelador
Jesús, Maestro Divino, te adoramos como Verbo encarnado,
enviado por el Padre para enseñar al mundo
las verdades que dan la vida.
Tú eres la Verdad increada, el único Maestro;
solo tú tienes Palabras de vida eterna.
Te damos gracias por haber encendido en nosotros
la luz de la razón y de la fe,
Y habernos llamado a todos a la luz de la gloria.
Nos adherimos con toda nuestra mente a ti y a la Iglesia;
rechazamos cuanto la Iglesia rechaza.
Maestro, muéstranos los tesoros de tu sabiduría,
danos conocer al Padre, haznos auténticos discípulos tuyos.
Aumenta nuestra fe, para que lleguemos a contemplarte
eternamente en el cielo.
Amén.