El arte de comenzar el año en clave de reconciliación interior

Cada año nuevo trae consigo una página en blanco, una oportunidad para volver a escribir la historia desde la serenidad, la esperanza y el amor. Enero abre el calendario con una fiesta profundamente evangélica: la Jornada Mundial de la Paz, instituida por san Pablo VI y celebrada cada 1° de enero. En medio de un mundo que parece vivir en sobresalto, este día nos recuerda una verdad luminosa: la paz no se hereda, se construye. Y su primera piedra no está en las plazas ni en los tratados, sino en el corazón humano.

La paz empieza desde el interior

Jesús, el Príncipe de la Paz, no vino a darnos una paz superficial ni diplomática, sino aquella que nace del perdón, de la verdad y del encuentro. Su saludo más repetido, después de la Resurrección, fue un deseo profundo: “La paz esté con ustedes” (Jn 20,19). Pero antes de ofrecerla al mundo, quiso sembrarla en el interior de los discípulos, que aún temblaban de miedo y duda. La paz no se impone: se acoge, se aprende, se cultiva.

En ese mismo espíritu nace el libro Darse Paz, una propuesta concreta para iniciar este año 2026 con un propósito espiritual que no pasa de moda: reconciliarnos con nosotros mismos, sanar las heridas del pasado y permitir que la serenidad de Dios transforme nuestras relaciones y entornos.

Un itinerario interior

Darse Paz no es un simple manual de autoayuda ni un tratado teórico sobre la armonía. Es un camino formativo integral, que nos invita a recorrer tres niveles profundamente humanos y cristianos:

Nivel teórico-reflexivo, donde descubrimos los fundamentos de la paz como valor humano, social y evangélico.
Nivel psicológico, que nos ayuda a reconocer las tensiones internas, las emociones reprimidas y las dinámicas que nos alejan de la serenidad.
Nivel espiritual, el corazón del proceso, donde la fe se vuelve terapéutica, donde el alma aprende a reposar en Dios y a mirar la vida con los ojos de Cristo.

Este itinerario puede vivirse de manera individual o grupal, convirtiéndose en una excelente herramienta para retiros espirituales, grupos de oración, comunidades parroquiales, equipos pastorales o convivencias. Su riqueza está en que no se limita a hablar de paz: enseña a practicarla.

Una paz que se comparte

En el mensaje pasado del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz, se nos recuerda que la verdadera paz “no es ausencia de guerra, sino el fruto de relaciones justas, de un tejido de solidaridad que nace de corazones pacificados”. Este llamado interpela directamente nuestras familias, escuelas, comunidades y espacios de trabajo.

En un tiempo donde los ánimos se estremecen fácilmente, donde los algoritmos promueven la división y el ruido interior crece, aprender a darse paz se vuelve un acto contracultural, profético y profundamente cristiano. Porque quien se da paz, desarma el corazón; quien se reconcilia consigo mismo, deja de herir a los demás; quien aprende a mirar con compasión, empieza a sanar el mundo.

Dar paz: una misión de todos los cristianos

Para quienes hemos recibido el sacramento del bautismo, el anuncio de la paz no es un lujo opcional, sino una urgencia apostólica. San Pablo, al escribir a los Efesios, proclamaba: “Él es nuestra paz” (Ef 2,14). En esa convicción nace este libro: como un eco contemporáneo del Evangelio, una invitación a comenzar el año con la mente clara, el corazón sereno y las manos dispuestas a construir puentes.

La paz que se propone no es ingenua ni romántica. Es una paz trabajada, discernida, cultivada en medio de las contradicciones de la vida. Una paz que no huye del conflicto, sino que lo abraza con fe, confiando en que el Espíritu Santo puede hacer brotar armonía incluso de nuestras fragilidades.

Para iniciar el año en familia o en comunidad

Este libro puede convertirse en una excelente herramienta para comenzar el año pastoral o escolar, para dinámicas de reflexión personal o empresarial, o incluso como un regalo significativo para quienes buscan algo más que buenos propósitos: un proceso de crecimiento interior.

Leerlo en pareja, en comunidad o en familia puede abrir conversaciones necesarias sobre el perdón, la empatía, el autocuidado y la espiritualidad del encuentro.

Comencemos el 2026 en clave de paz

El año que comienza nos desafía a no vivir de prisa, sino a dejarnos habitar por la calma de Dios. La Jornada Mundial de la Paz no es solo una fecha, sino un estilo de vida.

Quizás no podamos cambiar el mundo de un día para otro, pero sí podemos transformar el modo en que lo habitamos: con serenidad, con amor, con compasión. Y ese cambio comienza cuando, en lo más íntimo del alma, nos atrevemos a darnos paz.

Oración por la Paz

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Amén.